Me tiene dando vueltas entre sus dedos. Yo
estoy dispuesta a empezar, cuando él lo desee. Ese universo cálido y
resbaladizo de palabras no dichas, pronto estallará. Desordenada, anacrónica e
impulsivamente, pero empezará.
Por más que se esfuerse en ocultar ese
sentimiento tan extraño y apabullante; yo lo sé: está desesperado.
El reloj marca las 6 y como adolescentes
que salen del colegio, la gente de las oficinas se escapa rápido a empezar la
verdadera vida. Martín se esconde detrás de la computadora, mirando por enésima
vez la planilla de costos, que no le interesa en lo más mínimo. Puesta en
escena de un acto que está por venir, que le dará sentido a todo su día.
Flavia sale apurada, cuchicheando con sus
compañeras de área. Y es esa salida fugaz, la que activa en Martín, la
escritura rápida, compulsiva.
Ahí, deja de darme vueltas. Me toma con su
mano izquierda y empiezo a funcionar.
Brotan como mechones de agua fresca las
palabras enamoradas. Se detiene, piensa unos segundos y sigue, quizás la última
frase fue demasiado, dice para sí y un tachón, al que le sigue instantáneamente
la muerte de la carta convertida en bollo, marcan un nuevo comienzo.
Son las 6:05 y yo vuelvo a bailar en ese
escenario de papel. Dibujo un elogio, me muevo al son de una frase graciosa y
escupo una dirección: Arenales 2520.
El pulso de mi dueño vibra largando un TE
AMO, que dudó un poco al dejar salir.
¿Sentiría lo mismo si fuera su novio? ¿Cómo
sería esta historia, si no tuviera el sabor de lo prohibido?
¿Cómo serían nuestros encuentros, si
estuvieran tamizados por lo cotidiano?-
Piensa Martín.
El universo cálido y resbaladizo de
palabras no dichas, se contiene esta vez. No necesita saber las respuestas.
Mara, su cómplice, se acerca y él le da la
carta que llegará derechito y sin escalas a las manos de Flavia.
En un sólo movimiento, él apaga la
computadora, me cierra como a las ventanas cuando llega la noche. Y se va con
la sonrisa pícara de las 6:10, dibujada en su rostro, sabiendo que sólo falta
una hora, para que la calle Arenales deje de ser sólo una calle, para
convertirse en ese lugar mágico; donde Flavia, lo estará esperando con la misma
felicidad que él.