jueves, 10 de noviembre de 2016

Niña

La niña juega con la muñeca de cuencas vacías. Y corre. Corre tan lejos como le dan sus piernas, las que no igualan su imaginación, que la transporta a una casa cálida donde una mamá bajita le canta canciones de cuna.
La niña juega con la muñeca usada. Ahora la tira abruptamente, sin decir palabra. Cae al barro y nadie la levanta. Ella mira como el vestido floreado de su muñeca, se va llenando lentamente de manchas negras. Nunca van a salir, nunca va a volver a ser la misma-piensa para sí-.
El comedor de chicos carenciados, es controlado por el cura de la parroquia.
Las mujeres paquetas hacen fuertes donaciones. Van y vienen varios días a la semana. El cura las confiesa sabiendo de memoria su repertorio de pecados: una infidelidad por acá, turbios pensamientos por allá, alguna que otra estafa… en fin, nada que no pueda ser purgado con un par de padrenuestros y un avemaría. La entrada al paraíso asegurada.
La sonrisa inmaculada del cura, también consuela a los más indigentes del barrio.
Dice una promesa y los ojos de la correntina se agrandan. Los ojos de la madre correntina, se llenan de fe. El dice lo que ella desea escuchar.
Su niña tendrá un hogar, comida, juguetes. Y el amor y la protección de él, su padre espiritual.
La correntina se estruja las manos de nervios. No puede creer su repentina buena suerte. Desde que llegó a Bs As, las cosas no le han salido como planificó. La desocupación con la que se encontró, arrasó con los escasos ahorros que pudo juntar con la ayuda de su familia, pero no pudo con sus ilusiones. Caminaba, tomaba el subte, preguntaba y llegaba. Pero finalmente no quedaba, otra con mejores referencias era elegida para trabajar cama adentro.
Un día tuvo que pedir limosna: las uñas sucias, el gesto envejecido. Su niña hablaba poco, pero dibujaba todo lo que su imaginación, que como se dijo era muy vasta, le permitía.
Rojo, verde, amarillo…dibujaba una casa con los colores del arco iris. En la casa vivirían ella con su mamá. Era feliz.
Alguien le había comentado a la correntina del padrecito que tenía  un hogar para chicos de bajos recursos.
“Claro que sólo por un tiempo mi niña, hasta que mami pueda conseguir un trabajo y alquilar una pieza, ahí volveremos a estar juntas, todos los días”.
“Pero por supuesto que te voy a venir a ver, igual acá con tantas nenas, te vas a divertir de lo lindo, ya vas a ver”.
Pero la niña no vio.
Con un ademán siniestro, la sotana del padrecito desaparece y de la mirada inmaculada de la mañana, ya no queda nada.
Paralizada por el espanto, la niña sólo puede escuchar una respiración cortada que le repugna.
El cura sabe como tener a su muñeca cautiva: Una amenaza firme es lanzada como un hacha…A mamita podría pasarle algo  malo, si le cuentas. Y es así, como mantiene los resortes funcionando.
Es el comienzo de noches sin sueños,  agazapada en el fondo de su cama,  le rezará al mismo Dios del monstruo y le pedirá que se ponga de su lado. Le rogará que pronto se haga de día, para tener la certeza de  que nada sucederá  frente a la vista de todos y con el sol bien alto.
L a niña habla cada vez menos y en sus dibujos sólo pueden verse rayones negros y una gran tachadura frenética, hasta que arranca la hoja y vuelve a empezar, una y otra vez, con ese ensimismamiento mecánico, en el que ya no hay colores.

Mientras desea que su madre vuelva para irse para siempre de aquel lugar…su alma se va llenando lentamente de manchas negras. Nunca van a salir, nunca va a volver a ser la misma.

jueves, 9 de junio de 2016

Para mi amor


Caen de tus manos
mil inventos de madera
mágicos, perfectos.
El niño que fuiste
 sonríe ante la belleza de lo nuevo.
Caen de tus ojos
los destellos de
 las  promesas cumplidas,
porque sabés que no hay herida
que el amor no pueda curar.
Caen de tu boca,
los sonidos de tu risa
las palabras siempre llenas de ilusión
proyectando este futuro

De a dos.