miércoles, 26 de julio de 2017

Gotas Tibias


Burbujas con olor a primavera. Burbujas redondas y perfectas como las que alguna vez vimos en las películas.
El día termina, la cabeza se relaja y llega el momento del baño. Puede pasar que el apuro por hacer algo después, nos lleve a bañarnos rápido, si eso sucede sería una ducha,  puntualmente. La prisa por lo que vendrá, siempre tan latente en estos tiempos, a veces no nos deja disfrutar de esos pequeños instantes para uno mismo.
En el caso de que el día haya sido verdaderamente atormentador, será el momento de premiarse con un buen baño como Dios manda. Si se cuenta con el privilegio de tener una bañera, es preciso dejar correr el agua hasta llenarla bien. La temperatura ideal es tibia. No importan exactamente los grados. Lo que importa es que esa tibieza sea como una bienvenida con los brazos abiertos, como llegar a un lugar que no conocemos, nuestro primer día de vacaciones.
 Después, si se quiere que el baño cumpla con una función reparadora, es menester  optar por sales cuyo aroma nos generen la sensación de que todo estará mejor. Para poder elegir, debemos haber pasado previamente por la perfumería para tener esas sales que se guardan en frasquitos tan lindos y hay de todos los colores. Si no pudimos prever esa circunstancia, de todos modos, puede utilizarse jabón líquido o  jabón en barra, que es el más común pero no por eso el menos efectivo.
Una vez que elegimos cuál será nuestro elemento para bañarnos, nos sumergimos en la bañera, y nos quedamos unos segundos así, como acomodando cada una de nuestras ideas o dejándolas que se acomoden solas, si es que pueden.

Adentro de la bañera, nos refregamos y  al cabo de un ratito, nuestra piel vuelve a ponerse  suave, brillante y perfumada. Da gusto sentirse así. Pero todavía falta el toque final. Con fuerza cae el agua sobre el cuerpo y dejamos que arrastre hasta el más mínimo rastro de jabón. El enjuague es fundamental para dar por terminado un buen baño. Cerramos la canilla. Ponemos un pie fuera de la bañera y salimos al mundo, frescos y chochos de contentos, por el alivio de habernos despojado.       

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