Burbujas
con olor a primavera. Burbujas redondas y perfectas como las que alguna vez vimos
en las películas.
El día
termina, la cabeza se relaja y llega el momento del baño. Puede pasar que el
apuro por hacer algo después, nos lleve a bañarnos rápido, si eso sucede sería
una ducha, puntualmente. La prisa por lo
que vendrá, siempre tan latente en estos tiempos, a veces no nos deja disfrutar
de esos pequeños instantes para uno mismo.
En el
caso de que el día haya sido verdaderamente atormentador, será el momento de
premiarse con un buen baño como Dios manda. Si se cuenta con el privilegio de
tener una bañera, es preciso dejar correr el agua hasta llenarla bien. La
temperatura ideal es tibia. No importan exactamente los grados. Lo que importa
es que esa tibieza sea como una bienvenida con los brazos abiertos, como llegar
a un lugar que no conocemos, nuestro primer día de vacaciones.
Después, si se quiere que el baño cumpla con
una función reparadora, es menester optar
por sales cuyo aroma nos generen la sensación de que todo estará mejor. Para
poder elegir, debemos haber pasado previamente por la perfumería para tener
esas sales que se guardan en frasquitos tan lindos y hay de todos los colores.
Si no pudimos prever esa circunstancia, de todos modos, puede utilizarse jabón
líquido o jabón en barra, que es el más común
pero no por eso el menos efectivo.
Una vez
que elegimos cuál será nuestro elemento para bañarnos, nos sumergimos en la bañera,
y nos quedamos unos segundos así, como acomodando cada una de nuestras ideas o
dejándolas que se acomoden solas, si es que pueden.
Adentro
de la bañera, nos refregamos y al cabo
de un ratito, nuestra piel vuelve a ponerse suave, brillante y perfumada. Da gusto
sentirse así. Pero todavía falta el toque final. Con fuerza cae el agua sobre
el cuerpo y dejamos que arrastre hasta el más mínimo rastro de jabón. El
enjuague es fundamental para dar por terminado un buen baño. Cerramos la
canilla. Ponemos un pie fuera de la bañera y salimos al mundo, frescos y chochos
de contentos, por el alivio de habernos despojado.
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